Me estoy haciendo vieja

Ya tengo cuarto de siglo y los síntomas están empezando a hacer su aparición. Sé que todavía me queda mucho por delante, que estoy en la flor de la vida y bla bla bla… pero el declive se acerca. Hay partes de mi cuerpo que empiezan a crujir. ¡Me constipo! Eso no es normal en mí. Hace años que no voy al médico y me niego a ir, aunque sé que pronto mis defensas dirán que ya han hecho bastante trabajo y se despedirán. Y entonces, el frenadol ya no servirá de nada. Otros mensajes que me manda mi cuerpo son: “Eres vieja porque prefieres quedarte en casa con una mantita que salir de fiesta” y yo le respondo: “¿Quieres salir a pasar frío y volver a constiparte?”. Incluso a veces me sorprendo diciendo: “Vaya lata con el wasap este” o “¿Y esto cómo funciona?, signos evidentes de mi cercana edad adulta. Sí, un niño me llamó Señora. ¿Señora? ¿Tan mal me conservo? Maldito niño.
Pero, ¿sabéis? No me importa. (Bueno, lo del niño sí.) No me importa porque ya he pasado por la época de locura y descontrol para pasar a aprender a ser responsable, que es lo que toca ahora y me gusta. Me gusta mi vida y la locura siempre me acompañará, aunque sea en dosis pequeñas.

Fotografía: Lourdes Miguelsanz Nogales