A la mosca:

Mosca, mosquita, moscona, agradezco tu compañía, pero, ¿cómo decirte de buenas maneras que ya me estás tocando… que me tienes mosca? Si te quedaras lejos podríamos tener una amistad, pero eres insistente como ninguna. Que te trates de posar en mi ojo, conociéndonos tan poco, resulta agobiante. Que sí, que te gustarán mis ojos o quizá quieras saber a qué saben, pero déjalo. No quiero matarte, prefiero que tengas una larga vida posada en la televisión. Morirás de vieja, te barreré y serás enterrada en la bolsa de basura. Ya ves que te ofrezco un trato justo. Nada de aplastamiento ni esparcimiento de tus tripas, ni envenenamiento por insecticida. Te estoy hablando de una buena vida para acabar en el paraíso de las moscas, un vertedero. ¿Qué me dices? ¿Me dejas en paz?

Ha leído esto, ha dicho «psdssds» y se ha ido. Qué alivio.