Antes de dejaros con el relato que hay a continuación, tengo que aclarar que no es mío y que estoy feliz porque significa que me lo he currado lo suficiente como para lograr que alguien haga mi «trabajo». En el fondo no he hecho tanto, le dije a Oscar que si quería colaborar para mí y me dijo que sí, que me honraría con su estilo. Lo de la honra no me lo dijo, pero es cierto. Honrada me siento porque este ESCRITOR (con mayúsculas) me haya dejado publicar algo suyo, algo que bien podría haber publicado en su blog, Historias tras tu DNI, del que me he vuelto adepta y asidua por la calidad de éste. Sin más, ahí va:
Abrí los ojos y levanté la cabeza asustado. No recordaba cómo había llegado allí. Era una sala de paredes blancas con carteles ininteligibles y extrañas formas en ellos. Podía divisar también un par de muebles con decenas de pequeños botes en su interior. Comencé a preguntarme qué podrían hacer con todo aquello, y me asusté. De repente, sin hacer ruido, una mujer se situó delante de mí. Tenía el pelo corto, unas gafas azules, una gran bata blanca y no dejaba de mirarme y sonreír. No me causó buena impresión desde ese instante, sentía que era la sonrisa que te otorga una persona justo antes de traicionarte. Tras unos segundos ordenó a dos hombres que me desnudaran. ¿Por qué? ¿Qué pretendían hacer conmigo? Luché cuanto pude para impedirlo, pero no lo logré. Eran más y tenían más fuerza que yo.
Una vez desnudo, me cogieron de pies y manos para tumbarme en una camilla fría. Me rodearon de unos hierros aún más fríos, y la piel se me erizó. Me apretaron junto a ellos y escuché hablar al que no tenía pelo: «Sesenta y siete». ¿Sesenta y siete qué? ¿Y los otros sesenta y seis? ¿Qué pretendían hacer conmigo? Les pregunté qué hacían, les preguntaba a voces por qué a mí, pero no me hacían caso. Me ignoraban y me miraban, simulando que no me entendían. Yo quería respuestas, pero lo único que conseguía eran más sonrisas envenenadas. Era evidente que pensaban en el desenlace y en lo que iban a disfrutar con él. Sin mediar palabra me levantaron y me pusieron en una inmensa máquina. Yo agitaba con vehemencia los brazos y las piernas intentando escapar de ellos, cuando de repente me sentí libre. ¿Me habían soltado? Era mi ocasión para huir, pero me bloqueé. No me lo esperaba. Y volví a escucharles hablar: «Siete, doscientos». ¿Qué eran esos números? ¿Qué tipo de codificación secreta utilizaban para comunicarse? ¿Qué clase de experimento iban a llevar a cabo? Cuando quise reaccionar era demasiado tarde, volvía a ser preso de los dos hombres con barba.
La mujer se acercó a mí mientras los hombres me sujetaban la cabeza con violencia y me encogían las piernas. Puse en práctica todos los recursos a mi alcance, para escapar de esos monstruos, pero todo fue inútil. La mujer se acercó a mí, y mientras cantaba sentí un intenso dolor en la pierna izquierda. Me escocía por dentro, me quemaba. No podía tocarme porque estaba sujeto también de las manos. En diez segundos sentí otro intenso dolor en la pierna derecha. Era insoportable, y sólo pude gritar y llorar de dolor. Al fin me soltaron. No sabía qué habían hecho conmigo, qué iba a ocurrir de ahora en adelante. Entonces escuché a la mujer hablar. Dijo que podría sentirme mal, tener fiebre, mareos, o incluso estar desganado. Eran las secuelas de la vacuna de los seis meses.
Reblogueó esto en Historias tras tu DNIy comentado:
Mi primera colaboración en uno de los mejores blogs que he tenido ocasión de visitar. Un orgullo, una satisfacción, un honor que Henar me ceda uno de sus magníficos huecos para publicar una de mis entradas.
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Donde pone entradas debería poner relatos. Los nervios del momento.
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No, no, no… El orgullo, honor y satisfacción son míos, por tu trabajo. No me los quites.
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Enhorabuena por el trabajo de Oscar.
Me esperaba un final, sobrecogedor, !!!!!!!!! Pero es genial, la mente humana, tiene su propio mundo, su propia alma.
Cómo nos sorprende, cuando recordamos vivencias del pasado, y magníficarlas, como la que acaba de leer.
Genial.
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Gracias mar bel! Coincido con Henar en cuando escribo relatos (que no es muy a menudo) intento que parezca una cosa y acabe resultando otra. Pero no siempre es fácil. Por eso el trabajo de Henar es tan admirable. Gracias de nuevo!
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es verdad!!! eso hacemos con nuestros pequeños, nunca me había planteado como se sienten ellos, Oscar lo has clavado! enhorabuena por esta magnifica colaboración. Ya estás comprándote un esmoquin para la lluvia de premios…..
Henar, tienes muy buen ojo para elegir a tus colaboradores
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¡Gracias tejas! Jaja, no creo que sea para tanto, pero enorgullece saber que te gusta (a ti y al resto). He intentado estar a la altura de este magnífico blog y de esta magnífica escritora. Además, ella sabe que la admiro, con lo cual ¡mi alegría es doble!
PD. Me estoy tomando la libertad de responderos yo, espero que a Henar no le importe. Seguro que no, es un encanto de persona.
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Desde luego eres el mejor «fichaje» que podía haber hecho. Hasta me contestas a los comentarios. Así da gusto. Me voy a tomar el sol. Te dejo a cargo de esto. Confío en ti. Confío en que no quieras cobrar después.
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Gracias, Henar. Lo hago encantado. ¡Me siento importante y todo!
No quiero, siempre que mi padre decía que iba a cobrar, me dolía.
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Importante deberías sentirte siempre.
Me cae bien tu padre, te ha creado suficientes traumas para que hagas cosas gratis.
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Gracias. Espero que fuera cosa de educación (especialita y rarita, todo sea dicho) más que de traumas.
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No te puedes quejar. Sea como fuere no has quedado mal.
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¡Gracias!
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Muy bueno, te engancha hasta el final 😉
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¡Gracias Krika! Conseguí lo que pretendía, entonces. ¡Un honor que os guste!
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Este Oscar que sabe como agarrarte del cuello (de la mente) y no soltarte.
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Por el titulo parecía una entrada sobre seguridad en el trabajo, pero no.
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Intenté asimilar el título al desenlace sin dar demasiadas pistas. Y que pareciera otra cosa, no sé, como un experimento. De esos que tanto gustan a nuestra querida Henar.
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Ayer con el ahorro del consumo de energía, hoy… un curso de riesgos laborales. Son mensajes subliminales. No, pero casi parece que nos preocupamos por el mundo.
Seguro que Oscar sí.
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Por una parte concreta del mundo, sí.
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😀 😀 😀 Inesperado final, Oscar. ¡Qué bueno! Me ha encantado. Desde esa perspectiva tuya, los mayores solo causan problemas y traumas a los pequeños… Así que, con esa realidad tan mala, mejor me largo a vivir a un cuento 😉
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¡Gracias! Desde esta perspectiva en concreto, pero los mayores les hacemos muchas cosquillas a los niños, jugamos con ellos, les damos cariño, amor… Eso será carne de otros relatos, para que no te quedes con este mal sabor de boca. 🙂 Además, le sirvió para prevenir enfermedades que le harían más daño, pero eso aún no lo sabe.
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🙂 claro que sí, ¡si hasta les contamos cuentos! 😀 😀
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Y desde hace una semanas los de una maravillosa cuentista (en el sentido positivo de la palabra) con un gran blog que publica cada martes. ¡No sé si te suena! 😛
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🙂 Sí que me suena, sí y me encanta lo que dices 😉 ¡Un abrazo, Oscar!
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Ay por favor!! con lo que me cuesta llevarla a vacunar! jajaja Muy bueno, transmite muy bien la angustia del protagonista.
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¡Gracias! Lo que no transmite es lo bien que lo pasa con los premios del después. Es difícil saber lo que piensa un bebé, pero ¿por qué no imaginar que piensa como nosotros aunque no pueda expresarse hablando?
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Wow!!! Es genial!!! Sorprendentemente genial. Un final no esperado eh? Pensé que trataba de un hospital psiquiátrico!! Ajjajjaa Aplausos.
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A mí también me tenía engañada Oscar y enganchada desde la primera frase. Se merece una ovación.
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Gracias por tus palabras Flor! Entonces objetivo logrado, gustarte y sorprenderte! Besitos!
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Pingback: Pensando en la oscuridad | Historias tras tu DNI
ay pobrecito…
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¿Quién, Óscar o el bebé? Los dos enternecen.
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Jajaja, que mala eres… Aunque es verdad, Óscar es un encanto…
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Yo soy mala y Óscar, un encanto. Sabes cómo repartir halagos, cañonazo (yo tengo que seguir preparando los míos).
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Cañonazo!!!? Quién sabe repartir halagos ahora? Madre mía qué bien parada salí!!! Besitos guapa!!!
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Soy una malpensada. Tiendo a creer que tantas exclamaciones reflejan ironía, aunque en el fondo espero que sea entusiasmo.
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Es entusiasmo, soy una histérica… 😉
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Anda, boba. Lo que te pasa es que tienes electricidad recorriendo la piel. Y encima, recargas de energía a aquel que rozas.
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Jajaja, sabes?, me hiciste recordar, todo me da corriente 🙂
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Mi teoría confirmada, aunque fuera por lógica, dados los calambres que te recorren.
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jajajaja, seguro que tú también me la darías…
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Yo también quiero pensar que, al rozarnos, saltarían chispas.
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Pobrecito mi niño!!
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Para aclararme, ¿tu niño es Óscar?
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Si. Mio!
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¿Y no compartes?
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Nop
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Qué avariciosa. Te prometo que solo muerdo hasta donde pongas el dedo.
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Me morderás a mi?
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Claro, porque con Óscar me quedaré con hambre.
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Hmmmm vale hay trato
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Muaja, ja, ja, ja… Ya verás que contento se pone Satanás por haber conseguido otro alma. ¿O no debería decírselo, ya que tengo intención de devorártela entera?
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Ni me imaginaba el final, ¡excelenteeee! Clap clap clap (van con ruiditos).
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Fíjate, la gente viene a ver una obra que se estrenó hace un año y adarle sus ovaciones. Debimos cobrar entrada. En fin, ¡que ha sido un éxito!
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Tal cual… hay obras que no mueren jamás, y algunos llegamos tarde y disfrutamos de igual forma. Aplausos a ese éxito!!!
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Óscar, ¿dónde estás? Tienes que salir con una rosa, lanzársela a este hermosa señorita y hacerle una reverencia.
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Óscar me está lanzando desafíos que de rosas no tienen nada… Es otro malvado, como tú. Aunque me encanta cómo escriben, y eso es un problema. Ya me ves… tirando aplausos; tengo las manitas gastadas! 😉
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¿Estamos hablando del mismo Óscar? Me ha dolido que me compares con él, que es un trozo de pan, y yo como mucho un mendrugo duro. Que te guste cómo escribimos ha sido la tirita. Te llevaré a que nos hagan la manicura.
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Siempre hay una tirita disponible 😉
Yo voy adonde me digan… danger!
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Pues quiero que sea de los Minions. Esta, color carne, es muy fea. Insisto, vente, Óscar, Margui y servidora, te daríamos una buena bienvenida.
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🙂 Hermosa sería esa bienvenida. Sólo estoy a un océano de distancia, lejos del trópico y en el culo del mundo. Pero no hay nada que un avión no resuelva en cuestión de horas… Tengo que quedar bien livianita (llevo kilos también por demás). Un tiempo más y puede que vuele. Amo volar 😉
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Pajarillo, suelta lastre y cuando estés lista, aquí te acogeremos para que te sientas como en tu nido. ¿Qué es la distancia sintiéndote tan cerca?
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🙂
Voy soltando lastre,
el tiempo es testigo.
Apenas levante vuelo,
mira al cielo y quédate cerca,
mi culo es grande
y puedo caer al vacío.
(Bécquer y García Lorca sienten escalofríos)
Sé que me espera ese nido
feliz estaré de cruzar este charco
que las distancias se achiquen
si tú y yo navegamos el mismo barco.
¡Gracias! 😉
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Gus, Lorca y yo sonreímos,
nos estremecemos,
pero de gusto.
Tu hermosa improvisación
da alas,
una pluma por cada palabra,
a mi corazón.
Lo único que temo
es acercarme a tu sol
y no poder abrazarlo
por si muero de calor.
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Yo creo que tú te estremeces de gusto,
mientras Gus y Lorca tiemblan de susto.
Mi improvisación es sólo risa,
pero si llega a tu corazón,
mi satisfacción es sólo dicha.
Puedes acercarte a este sol,
en invierno también quema.
Si esperamos a mi verano,
ser hará eterno y mientras yo espero
tú ya morirías de frío.
Mejor no temas,
yo abrazo igual
en cualquier estación;
venga ya,
encontrémonos en primavera.
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En primavera serás mi flor,
la rosa del más bello color…
Sin hablar de tu aroma,
brisa que carcoma
mi inspiración,
a base de versos,
besos,
abrazos infinitos,
llenos de cada estación.
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Qué linda… otra vez me has dejado muda (ya sabes que eso es MUY difícil de lograr). Ya no me quedan versos, pero besos, abrazos y aromas reparto en cada estación.
PD: ¿cruzo vestida de flor?
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Wijijiji… Así, con risa de bruja, río cada vez que consigo acallarte porque mi casita de dulces crece. Cruza de flor para pasar desapercibida en el bosque, pero igual te encontraré.
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Puede que me esconda en una vaca… ojo con desear «carne ajena», no me confundas. Para que yo me quede muda… uffff, sí, lo has conseguido. Diviértete entre risas 😉
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¿Vas a rajar a una pobre vaca para meterte en ella?
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En Argentina sería posible, pero después de vivir un tiempo en la India jamás podría. Yo estoy bien abultadita, pero igual una vaca me tapa, creo que no hará falta rajarla. Pobrecita…
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Con que viajera, que no turista… Interesante. Si acabas viniendo, espero que de acá no se te peguen las costumbres.
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Ya es tarde… yo espero no perderlas jamás! jaja
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¿Ya te echas la siesta?
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Uffff… la siesta y te quedas corta. Yo espero no perder lo que he amado de vosotros (mira como te hablo de guay), y cuando me siento demasiado argenta me sacudo, me sacudo muy bien (como los perros a sus pulgas), porque de allá vengo en raíces y costumbres; que no me deformen la tierra, porque entonces no habrá alas que valgan la pena.
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Espera que suspiro. Ains… Haces que parezca una preciosidad mi lugar.
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¡Lo es!
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Vale, vale… Si te pones así, lo admito.
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