55 comentarios en “A mí no me engañan

  1. Las lágrimas de las piedras no son calidas ni saladas
    Que por dureza resbalan helándose mientras callan
    Los silencios de una casa no son mejor que los gritos
    Pues anuncian que terminan los buenos tiempos pasados
    Mis besos plantados que ya germinaron

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    • Y tal vez Margui, a fuerza de rasgar emociones
      acabe el velo por traer en cada jirón una respuesta,
      el indicio quizá de que al alejarse también se acercan
      al salvaje camino de las víctimas que no encuentran razones.
      Cuando es al cubo del olvido donde se arrojan esos dones,
      ya no queda piel donde volcar el frenesí y que se sientan
      los dientes sedientos y calientes que aman lo que afrentan,
      por más que en la trinchera los cuernos toquen mismos sones.
      Son padres, y parece su castigo que por los hijos ya nunca puedan
      mostrar que más allá de lo que se llama amor existe dolor y miedo,
      que enamorarse es un medio que al pretender apresarlo se suelta,
      dicotomía certera que trae como fundamento saber que no es cierto
      que gritar, llorar, descreer y quebrar sean en alma diferentes al silencio, ese que mata y hiela, que deja de mirar porque de amar ya no se acuerda.

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    • Ver caer las paredes de tu castillo soñado
      hace tambalear los cimientos del alma de cualquier humano
      Mas las lágrimas silenciadas de mi madre durante años, hacen que con mis manos lo tumbe sin pensar en el pasado.
      Que su piel ya no sentirá el calor, que sus labios no serán besados…
      Mas yo rozaré su pelo, para que la soledad no sienta, yo le cantaré canciones… y en las noches de tormenta me dormiré a su lado, devolviéndole el amor que durante años me ha dado

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  2. El asunto que aquí tratas lo conozco bien, no importa el grado. Al niñ@ le duele verlo aunque ni siquiera eso es lo malo; lo peor es que se acaba vistiendo para no sufrir, con el traje a la medida del «no me importa» y no es verdad…
    No siento tu relato como triste, más bien como esperanzador, pues mientras se sigue creyendo que algo es posible… Se puede!
    No creo que debamos temer al desencanto, pues el verdadero desencanto es no creer.
    Hi Hen!

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  3. «… Así que si tengo que hacer un redacción para el colegio sobre el deseo que pediría al soplar las velas de mi cumpleaños, sería el de que mis padres volvieran a ser los de antes.»

    Eso es lo que le da sentido al cuento. Por ahí recuerdo que leí, alguna vez, que hay quien lee un cuento hasta el final sólo para saber si el final vale la pena todo el trayecto. Como esos finales donde se explica que en realidad todo es más grave de lo que parecía, o que el personaje no mintió al decir que se iba a morir y todos esos finales que nos sorprenden. En este caso, me da gusto que me dieras un final que le da un buen sabor a éste brevisimo cuento.

    Un abrazo, Henar. Ya sabes que siempre que puedo – puedo poco, no me juzgues – te paso a saludar.

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